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Salmo de David. JEHOVA, á ti he clamado; apresúrate á mí; Escucha mi voz, cuando te invocare. Sea enderezada mi oración delante de ti como un perfume, El don de mis manos como la ofrenda de la tarde. Pon, oh Jehová, guarda á mi boca: Guarda la puerta de mis labios. No dejes se incline mi corazón á cosa mala, A hacer obras impías Con los que obran iniquidad, Y no coma yo de sus deleites. Que el justo me castigue, será un favor, Y que me reprenda será un excelente bálsamo. Que no me herirá la cabeza: Así que aun mi oración tendrán en sus calamidades. Serán derribados en lugares peñascosos sus jueces, Y oirán mis palabras, que son suaves. Como quien hiende y rompe la tierra, Son esparcidos nuestros huesos á la boca de la sepultura. Por tanto á ti, oh Jehová Señor, miran mis ojos: En ti he confiado, no desampares mi alma. Guárdame de los lazos que me han tendido, Y de los armadijos de los que obran iniquidad. 10 Caigan los impíos á una en sus redes, Mientras yo pasaré adelante.