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Oración del pobre, cuando estuviere angustiado, y delante de Jehová derramare su lamento. JEHOVA, oye mi oración, Y venga mi clamor á ti. No escondas de mí tu rostro: en el día de mi angustia Inclina á mí tu oído; El día que te invocare, apresúrate á responderme. Porque mis días se han consumido como humo; Y mis huesos cual tizón están quemados. Mi corazón fué herido, y secóse como la hierba; Por lo cual me olvidé de comer mi pan. Por la voz de mi gemido Mis huesos se han pegado á mi carne. Soy semejante al pelícano del desierto; Soy como el buho de las soledades. Velo, y soy Como el pájaro solitario sobre el tejado. Cada día me afrentan mis enemigos; Los que se enfurecen contra mí, hanse contra mí conjurado. Por lo que como la ceniza á manera de pan, Y mi bebida mezclo con lloro, 10 A causa de tu enojo y de tu ira; Pues me alzaste, y me has arrojado. 11 Mis días son como la sombra que se va; Y heme secado como la hierba. 12 Mas tú, Jehová, permanecerás para siempre, Y tu memoria para generación y generación. 13 Tú levantándote, tendrás misericordia de Sión; Porque el tiempo de tener misericordia de ella, porque el plazo es llegado. 14 Porque tus siervos aman sus piedras, Y del polvo de ella tienen compasión. 15 Entonces temerán las gentes el nombre de Jehová, Y todos los reyes de la tierra tu gloria; 16 Por cuanto Jehová habrá edificado á Sión, Y en su gloria será visto; 17 Habrá mirado á la oración de los solitarios, Y no habrá desechado el ruego de ellos. 18 Escribirse ha esto para la generación venidera: Y el pueblo que se criará, alabará á JAH. 19 Porque miró de lo alto de su santuario; Jehová miró de los cielos á la tierra, 20 Para oir el gemido de los presos, Para soltar á los sentenciados á muerte; 21 Porque cuenten en Sión el nombre de Jehová, Y su alabanza en Jerusalem, 22 Cuando los pueblos se congregaren en uno, Y los reinos, para servir á Jehová. 23 El afligió mi fuerza en el camino; Acortó mis días. 24 Dije: Dios mío, no me cortes en el medio de mis días: Por generación de generaciones son tus años. 25 Tú fundaste la tierra antiguamente, Y los cielos son obra de tus manos. 26 Ellos perecerán, y tú permanecerás; Y todos ellos como un vestido se envejecerán; Como una ropa de vestir los mudarás, y serán mudados: 27 Mas tú eres el mismo, Y tus años no se acabarán. 28 Los hijos de tus siervos habitarán, Y su simiente será afirmada delante de ti.